Lo más obvio fue que de repente empecé a ser reconocida en países donde nunca imaginé que la gente sabría quién soy. Pero lo que no me esperaba era el volumen de trabajo que llegó: inversiones, mentorías, reuniones con emprendedores... Empecé a involucrarme en proyectos apasionantes, pero también entendí que no todos los emprendimientos estaban listos para recibir inversión ni para soportar la presión de tener como socio a alguien que, aunque quiere ayudar, también espera resultados. Porque ser inversionista no es lo mismo que ser filántropo, y yo espero obtener un buen retorno en cada proyecto en el que pongo dinero.
Estar en Shark Tank Colombia y Shark Tank México ha sido una experiencia transformadora, y le estoy muy agradecida a Sony por darme esta oportunidad. Gracias a ello, he conocido personas y empresas que me han dejado lecciones importantes y que me han inspirado a seguir apostando por emprendimiento.
Ahora invierto a nivel individual o a través de mi firma en emprendimientos en etapa temprana. Aportar capital es solo una parte: mi compromiso también está en acompañar a los emprendedores con asesoría y guía. Eso sí, soy muy selectiva, porque sé que mi tiempo es limitado. Si no puedo involucrarme lo suficiente en un proyecto, prefiero no invertir. Para mí, el verdadero valor está en poder trabajar de cerca con cada equipo y ayudarlos a convertir su visión en realidad.